El carnicero era un hombre reconocido por los vecinos y clientes, como una persona de trabajo, luchador, un hombre querido por su familia, vecino de años, que salía todos los días a trabajar.
Como todos los comerciantes en medio de una crisis la remaba. Pensaría en su familia, en cumplirle a los proveedores, en la gente que lo ayudaba, tendría sueños, algunas metas, por ahí se ilusionaba con llegar a jubilarse y tener una dignidad en esos años de tranquilidad. Por eso trabajaba. Por eso la remaba.
En esa hora maldita llegó un cobarde rapiñero, porque hay que ser poco hombre en la vida para robar lo que otro hace con trabajo, y lo mató. Fue un homicidio con rapiña.
En segundos, dos disparos. Una vida que ya no está.
La policía que investiga, la policía que lo busca, los testigos y las cámaras, las indagatorias y que ya se presume quien es. Pero el trabajador ya no está, ni estará. Los recuerdos de su familia quizás sean el de un hombre de trabajo, que alguna vez les habrá dicho algo que siempre recordarán, un chiste, un consejo, un lugar en la mesa y alguna costumbre que lo identificaba. Los vecinos y clientes hablarían de él, sobre su buen trato, el día que le dio una mano a alguien, cuando lo veían llegar o irse de su comercio. El saludo al entrar y el gracias cuando se iban.
Pero no, un video. No era necesario. No era necesario ver en las redes sociales lo que te llegó por un grupo de Whatsapp. No era necesario marcar como un último recuerdo el momento de la hora maldita. Del cobarde asesino quitándole la vida a un trabajador. No era necesario compartirlo. ¿Qué te dio?, ¿un me gusta más?, ¿tres veces compartido?. ¿Más seguidores en Twitter?. Te felicito fuiste la primera persona en colgarlo en Facebook, en twitter, en pasarlo en ese grupo de amigos de WhatsApp donde hablaban del tema, en hacerlo circular mientras la policía buscaba al homicida. Te felicito, lo hiciste otra vez, compartiste y dejaste colgado para el futuro ese momento. Y no vamos a hacernos pacatos en Revista Cero, porque hemos compartido imágenes; pero jamás de un asesinato, jamás de un siniestro de tránsito fatal, cada vez que se ha hecho fue con la autorización de los dueños de los comercios o para colaborar en la difusión de las características de los delincuentes en sintonía con la policía o comerciantes. Para evitar que pase. Pero este video no era necesario. Porque nos negamos a pensar que una muerte es moneda para el mercado de los me gusta, las compartidas, o los emoticones de una red social. Descanse en paz trabajador de Maldonado, que la familia encuentre consuelo y que se haga justicia. No era necesario el video, es lo que humildemente opinamos.