La pérdida de tiempo

Por: Jesús Nin

¿Usted se acuerda del primer reloj que tuvo? ¿Se acuerda de la primera vez que tuvo que llegar a tiempo a un lugar? ¿Se acuerda de la primera vez que se enojó porque alguien no llegó a la hora que habían previsto?

Si se acuerda con precisión de la primera o segunda pregunta, es una persona con mucha memoria; pero si además puede responder la tercera pregunta, es una persona que valora su tiempo.

Sería una redundancia decirle que el tiempo perdido no lo va a recuperar. Ya lo sabe.

¿Qué valor tiene una hora de usted?

¿Cuántas cosas podría hacer o decir, si le dieran una hora para reencontrarse con esa persona que ya no tiene más en su vida?

El tiempo es tan importante que sabemos dos cosas con exactitud porque quedan registradas en documentos y en la memoria colectiva. A la hora que alguien nace y la hora que alguien muere.

La muerte se puede limitar a la definición de «la pelea de una persona contra el tiempo».

Si pudiera juntar cada minuto que ha perdido con personas que no valen la pena, con amores innecesarios, con familiares casuales, con malos compañeros de trabajo, seguramente hablaríamos de horas o incluso de días que se han ido siendo gastados en quienes no lo merecen.

¿Cuánto tiempo nos roba el celular o esa aplicación que al final no nos deja nada? ¿Cuánto tiempo nos queda de vida y cuanto tiempo estamos dispuestos a regalarle a cosas o personas que no valen la pena?

Nos lamentamos por perder el tiempo con la misma fuerza en que lamentamos no haber pasado más tiempo con la gente que ya no tenemos con nosotros.

El tiempo, siempre el tiempo será lo más valioso porque no solamente no vuelve, sino que además ni los más poderosos del mundo lo pueden comprar y ahí es donde, al igual que en la muerte, somos todos iguales.

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