El crimen organizado en las cárceles y la amenaza a la seguridad ciudadana

Por el experto en seguridad: Edward Holfman

El crimen organizado dentro de las cárceles y las continuas amenaza a la seguridad pública

La cárcel es un local destinado a reclusión de presos.El objetivo de la cárcel es la protección de la sociedad respecto de los que han cometido un delito y la han dañado con esta comisión. La cárcel sirve para la custodia de personas consideradas peligrosas para la vida en libertad y convivencia y la cárcel sirve como condena de quienes han sido objeto de una decisión judicial en tal sentido y cumplirán un tiempo de encierro. Las cárceles están diseñadas para la rehabilitación de las Personas Privadas de Libertad.

A pesar de ello vemos lo débil, frágil e indefenso que son el sistema carcelario en Latinoamérica a las actividades del crimen organizado, que ponen en peligro no solo el sistema carcelario sino también un grave peligro para la seguridad de toda la sociedad. El ejemplo más claro es la situación de Ecuador y su sistema carcelario, que generó un grave problema de seguridad pero también Institucional, poniendo en riesgos el sistema Democratico.

Mientras nuestras sociedades enfrentan la criminalidad y la violencia extrema del crimen organizado, la misma sociedad no percibe la gravedad de la redes delictivas que se entrelazan dentro de los centros de reclusión, es importante que la población, comprenda la importancia que tienen la acción de prevenir, enfrentar y neutralizar las acciones del crimen organizado dentro de las cárceles.

La violencia extrema, la infiltración y penetración del crimen organizado dentro de las cárceles amenazan la razón de ser de los centros penitenciarios, como centro de reclusión y rehabilitación. Las cárceles se han convertido en centros de reclutamiento y entrenamiento para las nuevas actividades delictivas para criminales con experiencia o sin experiencia y su afiliación a un grupo criminal.

El crimen organizado no solo recluta y entrena a criminales dentro de las cárceles también planifica y ordena operaciones del crimen organizado que se perpetran fuera de las cárceles, actividades ilícitas de todo tipo como el sicariato, extorsiones, robos, estafas, comercio de drogas etc.

El crimen organizado se ha consolidado dentro de las cárceles, hoy no solo pone en peligro la seguridad del resto de los delincuentes, también del personal penitenciario que cumple funciones. La corrupción, extorsiones, droga y dinero, son moneda corriente dentro de los centros penitenciarios, una peligrosa y compleja situación para mantener el orden, la tranquilidad y la subordinación a las autoridades de la cárcel. Muchas veces nos preguntamos ¿quién manda dentro de los centros penitenciarios?

El crimen organizado genera una economía ilegal penitenciaria de enorme amplitud y alcance pocas veces concebible para el ciudadano común. Esa economía ilegal penitenciaria de drogas, teléfonos móviles, extorsión, membresía, potenciado por los graves problemas de adicción de la mayoría de la población carcelaria, genera un combo perfecto de violencia extrema.

La relación y conexión diaria constante, de estos grupos del crimen organizado que se encuentran dentro de la cárcel, con el entramado, lazos y conexiones, con grupos del crimen organizado que se encuentran fuera de la cárcel, alimentan la dinámica del poder, jerarquía de estas dentro y fuera de la cárceles.

La población en general debe entender que la delincuencia organizada en las cárceles no permanece entre rejas, sigue actuando y desarrollando actividades ilícitas fuera de ellas, ejemplos sobran de su actividad criminal.

Muchas veces se percibe que poner entre rejas a estos criminales “jefes” pueden potenciar aún más su poder criminal, no solo dentro de las cárceles sino también fuera de ella. Montan y desarrollan dentro de las cárceles, verdaderos centros de operaciones ilegales del crimen organizado.

La política penitenciaria, en particular, emplea las nociones de infracción (delito), medida (pena), tratamiento especializado y reintegración social. Sin programas e intervenciones de rehabilitación y reinserción basados en evidencias y centrados en necesidades específicas y perfiles individuales, no hay rehabilitación e reinserción social, entendida como un proceso sistemático de acciones orientado a favorecer la integración a la sociedad de una persona que ha sido condenada por infringir la ley penal.

Los reclusos que salen de la cárcel y que recobran su libertad tienen más probabilidades de volver a delinquir, volver a la cárcel, perpetuando así un ciclo de delincuencia y reincidencia. La reincidencia en cárceles uruguayas alcanza el 70%, según informe del Ministerio del Interior

El accionar del crimen organizado dentro de las cárceles, son una grave amenaza de seguridad pública y para nuestras democracias.

Para cambiar el sistema carcelario en general, debemos partir de un enfoque multidisciplinario, donde participen todos los actores de la sociedad: a nivel Político, Académico, Técnicos, Justicia, Fuerzas de Seguridad y la sociedad en general.

Es clave consolidar y potenciar las unidades de inteligencia carcelaria/penitenciaria para identificar a los criminales líderes de la delincuencia organizada, hacer un organigrama de sus redes y comprender su modo de operar dentro de las centros penitenciarios como fuera de estos.

Impedir y prohibir la utilización de teléfonos móviles es una práctica habitual dentro de nuestras cárceles. Debemos destinar recursos necesarios para la aplicación de tecnologías como los sistemas telefónicos seguros y legales, la interferencia o bloqueo de teléfonos móviles, los llamados inhibidores de señales, cámaras de vigilancia inteligentes, control de accesos scanner corporales para la prevención, detección del ingreso ilegal de drogas, armas, dinero.

Los programas de rehabilitación y educación que aborden las causas profundas de la delincuencia y el crimen, que ofrezcan a los reclusos vías posibles para el trabajo legal, que sirvan para disminuir el atractivo y lo llamativo del crimen organizado, especialmente para los jóvenes.

La colaboración entre las instituciones penitenciarias y de libertad condicional, las comunidades locales y las ONG son de gran apoyo para todo el sistema carcelario.

La lucha contra el crimen organizado dentro de las cárceles deben ser estrategias proactivas, con la finalidad no solo de proteger a las personas privadas de libertad y al personal penitenciario, también se busca garantizar la seguridad pública de nuestra sociedad y que hoy está en peligro.

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